Las historias del barro

Texto y Fotografías por Cam Villarruel


Coro es la ciudad de barro más antigua de Sudamérica. Sus callecitas de adoquín, sus coloridas casas de rejas de hierro y arboles en medio de la cocina, sus techos de tejas a dos aguas y sus pintorescos balcones, sus bastos templos y sus carros que algún día lejano fueron nuevos.
El árido clima se compensa con la brisa que el mar Caribe reparte entre sus calles de antaño.
 
Mirando los ladrillos de adobe en forma de semicírculo que rodean el cuarto, la memoria del barro irrumpe el espacio y el silencio relata muchos tiempos transcurridos en ese exacto perímetro, pero desdoblado en versos que se suceden en forma de abanico.
 
Cuantas almas han suspirado su irrepetible aliento de vida en un breve instante, como la luz. Cuantos espíritus pisaron este suelo e inmortalizaron su paso en huellas. 
 
 

Escucha la brisa, cuenta historias de invasiones, guerras, saqueos, resistencia, de amalgama impura y pagana en la que los cuerpos exóticos y distantes se encontraron y mezclaron.

Quien sabe de que tierras lejanas viene la brisa que entra por la ventana de aberturas amplias y rejas cuadriculadas azul marino. Quien sabe a donde irá a parar toda esa brisa una vez atraviese el pueblo, sus callejones y recovecos. Que importa eso en la quietud de los tiempos que corren. Yo me quedo aquí, entre el silencio del tiempo y la memoria del barro.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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