El Hoyo: «Terror en la carretera»

Texto y Fotografía por Kime Aftari

El Hoyo

El sol se escondió y con su partida sólo quedaron las luces altas de los carros que venían en sentido contrario. La pista parecía la boca de un lobo y ni el mejor de los esfuerzos lograba que pudiéramos ver por dónde estábamos pasando. De frente nos encandilaban.

No veo, no veo! dijo, mientras subía y bajaba la intensidad de las luces. Eso fue lo último que escuchamos antes que de un porrazo cayéramos en: «El hoyo».

Alto personaje de los últimos meses, el nunca bien ponderado «Hoyo» que está a pocos kilómetros del Auto Stop entre Maracay y Caracas fue el protagonista de nuestra primera – y si mal no recuerdo: única seudo película de horror en Venezuela.

Nunca viajar luego del atardecer. Jamás estacionarse en la carretera de noche. Pase lo que pase, no frenar en la vía. Temer si se acerca un carro o grúa. Las indicaciones eran claras y precisas: En el peor de los casos huir.

Sentimos el golpe y fue como si, junto con el caucho, los 3 hubiéramos caído en el pozo. El Chino cojeaba. Avanzamos un par de metros, contra todo pronóstico, nos estacionamos bajo un poste de luz y el diagnóstico era irreversible: El Hoyo le corrió navaja al caucho, tenía un tajo de 15 cm – por lo menos-.

Sobre la misma nos quitamos el look tropical que traíamos de Chichiriviche, nos sacudimos la arena y arropamos al estilo musulmán. Del maletero sacamos en tres tiempos la rueda de repuesto que nos salvaría la vida, pensamos (muy al estilo patriarcal, usted no lo haga en casa): «por suerte está Matías para que nos ayude… «

Lo cierto es que «La gata» o «El gato» – como le quieran llamar- era tan china como el carro y nuestro amigo no supo cómo hacerla funcionar. Aclaro que no era su responsabilidad. Por suerte, y qué éxito- el chofer de una grúa que viajaba en sentido contrario se apiadó de nosotros, retornó y nos ayudó a montar el repuesto. Respiramos otra vez.

Eran cerca de las 8 pm y detonó la bomba, es decir, el problema real: El repuesto estaba desinflado. Y eso deja en evidencia nuestra nula experiencia con los autos y pésima autonomía.

Soluciones Imaginarias:

1. Que la comunidad, por sentido común, se organice y tape el bendito hoyo.

2. Que la misma comunidad, si por pereza no quiere echar ripio o lo que sea en el pozo, instale a lo menos un ALERTA. Una semana antes, según nos contó el sr. que nos acompañó esas tres horas, una camioneta cayó al pozo y se cambió de pista volcándose. Murieron todos sus integrantes.

3. Que el encargado de vialidad viaje en un carro común y silvestre por la ruta para que solucione.

4. Que vengan los extraterrestres.

5. Que Diosa Canales se instale a bailar samba 100 mts antes del hoyo.

6. Que nos extingamos.

7.(La más importante) Que los responsables del carro chequeen que el repuesto esté en condiciones antes de salir de viaje.

Aunque sea evidente, es justo mencionar que sobrevivímos a todas las alucinaciones que nos atacaron esa noche. El Sr. que se detuvo a socorrernos nos acompañó y asesoró gentilmente hasta que llegó la grúa. Y sí, tuvimos que cancelar una cuota extra para que el «amable» enviado del seguro aceptara traernos a los 3, ya que a su juicio nos detendría la policía y tendría que pagar y moriríamos todos porque 4 personas en su camión era demasiado. Así que por Bs. 200 Cam viajó contra todo riesgo dentro del Chino agarrado con una cadena.

Como nos dijeron todos los que se enteraron de este episodio de «Viajando a Utopia», tuvimos suerte… Pero fin de cuentas, pese a muchos detalles, aún podemos confiar en nuestra especie.

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